NECRÓPOLIS ETRUSCAS DE CERVETERI Y TARQUINIA
PATRIMONIO CULTURAL, SERIAL
En Tarquinia y Cerveteri, como en todos los yacimientos etruscos, poco queda de los templos, que eran de madera y terracota, y menos aún de las «ciudades de los vivos», borradas por la estratificación de nuevas ciudades para nuevos pueblos, construidas a lo largo de milenios unas encima de otras. De los etruscos, sin embargo, se han conservado las «ciudades de los muertos», las necrópolis monumentales que se erigían a la entrada de las ciudades o en las laderas frente a ellas: grandes tumbas excavadas en la blanda roca tobácea y cubiertas de túmulos, cuyo diámetro era proporcional a la riqueza de los miembros de la familia que descansaban en el vientre de la tierra. Paradójicamente, son precisamente los cementerios los que nos devuelven la energía vital y el gran apego a la vida de los etruscos. Amaban la caza y organizaban partidas que luego terminaban en suntuosos banquetes bajo coloridas tiendas, con buena comida servida por jóvenes esclavos, bailarines, juegos y luchas cruentas; amaban también bailar al son de flautas dobles e instrumentos de cuerda, y amaban amarse, con ese amor libre y desvergonzado aún lejos de las ataduras de la moral católica. Esto es lo que nos transmiten las decoraciones de sus tumbas, frescos delicados que han resistido los estragos del tiempo y hoy se conservan in situ, sellados en entornos protegidos climáticamente.
IMPRESCINDIBLE
«Bajamos a la tumba más importante, la reservada a la noble familia Matuta: una baja sala subterránea que alberga unos veinte lechos fúnebres […] adornada con profusión de estucos policromados que representan los apreciados y fieles objetos cotidianos: azadas, cuerdas, hachas, tijeras, layas, cuchillos, arcos, flechas y hasta perros de caza y aves acuáticas.»
En las primeras páginas de El jardín de los Finzi-Contini, de Giorgio Bassani, el narrador visita la necrópolis de Cerveteri con un grupo de amigos durante una excursión dominical en 1957 y queda impresionado por la Tomba dei Rilievi, que le trae a la memoria una tumba monumental del cementerio judío de Ferrara: la de los Finzi-Contini, una riquísima familia marcada por un trágico destino que quedó dispersa en los campos de concentración.
Google Maps
«Una quietud particular revuela en los sitios
etruscos donde he estado. […] Es verdad que
era una serena y soleada tarde de abril […] pero
en el aire alrededor había una inmovilidad
persuasiva y se sentía que estar allí, en aquel
lugar medio hundido, le hacía bien al alma.»
«También es bella la Tomba delle Leonesse. En
el tímpano, dos leonas moteadas balancean
sus ubres como campanas, enfrentándose
heráldicamente a ambos lados del altar […].
Debajo, […] los delfines saltan […] en el mar
encrespado, mientras los pájaros revolotean
sobre ellos.»
En su diversidad, las dos necrópolis de Cerveteri y Tarquinia son el raro testimonio de un pueblo, el etrusco, que en un tiempo lejano de nuestra historia alcanzó tal nivel de poder que solo pudo ser frenado por un poder igual y contrario, el de la república de Roma. La Necropoli della Banditaccia de Cerveteri está constituida por una serie de túmulos funerarios de diferentes tamaños, recorridos por caminos excavados en la toba, llamados tagliate: un paisaje surreal que, como dice Lawrence, infunde una paz muy alejada de los opresivos pensamientos sobre la muerte. Sensaciones de alegría y vitalidad, que contrastan con su función de lugar de descanso eterno, se experimentan también ante los frescos de la Necropoli dei Monterozzi, en Tarquinia, viva expresión de la energía vital etrusca.
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Los sitios italianos Patrimonio de la UNESCO se cuentan a través de las palabras de grandes escritores que han celebrado su historia y belleza
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«A MARTIA LE BASTÓ UNA MIRADA PARA SABER DE INMEDIATO QUE NO SE PONDRÍA EL CHITÓN, LA TÚNICA GRIEGA DE MANGAS CORTAS CON EL MANTO BORDADO EN NEGRO Y ROJO. MEJOR LA FALDA ROSA-NARANJA BORDADA CON CÍRCULOS EN LARGAS BANDAS Y EL PESADO CORSÉ DE TERCIOPELO ROJO CON SUS MANGAS ORIENTALES, QUE ENSANCHABAN LOS HOMBROS Y ADELGAZABAN LA CINTURA [...]. AHORA MARTIA SE MIRABA POR ÚLTIMA VEZ EN EL ESPEJO, EL DISCO METÁLICO PERFECTAMENTE RELUCIENTE LE MOSTRABA UN ROSTRO GRACIOSO, UNA MIRADA INTENSA.»


RECOMENDACIONES DE LECTURA
Recomendaciones de lectura para descubrir las necrópolis de Banditaccia y de Monterozzi.
- Tumbas etruscas, D.H. Lawrence (1932). David Herbert Lawrence, autor del famoso libro El amante de Lady Chatterley (1928), escribió Etruscan Places durante una de sus largas estancias en Italia. El libro, publicado póstumamente, no es solo una descripción de los yacimientos arqueológicos etruscos tal y como aparecían en la primera década del siglo XX, sino también un testimonio de primera mano con ojos extranjeros de la Italia de Mussolini.
- Viaggio in Italia, Guido Piovene (1957). Piovene viajó por el Bel Paese durante tres años para escribir este reportaje único y superdetallado, considerado un clásico de la literatura de viajes italiana. De los Alpes a Sicilia, pasando por Cerveteri y Tarquinia, la mirada del autor es una invitación a descubrir las maravillas de Italia.
- El jardín de los Finzi-Contini, Giorgio Bassani (1962). El libro arranca con una excursión a Cerveteri. La gran Tumba de los Relieves, en la necrópolis de Banditaccia, trae a la memoria del narrador las vicisitudes de la familia ferraresa Finzi-Contini. El jardín de la gran casa familiar se convierte en un lugar de refugio para los jóvenes protagonistas, una suerte de microcosmos protegido de la realidad exterior y de las leyes raciales, de las que la familia no conseguirá salvarse. La novela explora temas como la amistad, el amor, la pérdida y el aislamiento, ofreciendo una visión profunda y conmovedora de la vida de los judíos italianos durante el turbulento periodo histórico.
- El viaje a Italia. Historia de una gran tradición cultural, Attilio Brilli (1997). Brilli ha sido profesor de literatura angloamericana de la universidad de Arezzo y se ha ocupado de la literatura de viajes anglófona, en particular del mito del Grand Tour. Precisamente inspirándose en los grand tourist, en 1997 recorrió los evocadores itinerarios de este libro, concentrados en el centro de Italia.
- Andare per l’Italia etrusca, Valerio Massimo Manfredi (2016). El célebre escritor de novelas históricas se aventura esta vez en un viaje a través de la fascinante civilización etrusca. Con su habitual maestría narrativa, Manfredi transporta al lector a una época misteriosa e intrigante, revelando los intrincados detalles de la vida cotidiana, la religión, el arte y la política de los etruscos.
Para los más jóvenes:
- Ragazzo etrusco, Teresa Buongiorno (2014). La novela se desarrolla en Veio, ciudad etrusca conquistada por los romanos en el 396 a. C., tras diez años de asedio.

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