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FORTIFICACIONES VENECIANAS DE DEFENSA DE LOS SIGLOS XVI AL XVII: STATO DA TERRA – STATO DA MAR OCCIDENTAL

icona patrimonio sito UNESCO
PATRIMONIO CULTURAL, SERIAL, TRANSNACIONAL
REFERENCIA: 1533
CIUDAD DE ASIGNACIÓN: CRACOVIA, POLONIA
AÑO DE INSCRIPCIÓN: 2017
MOTIVO: durante los siglos XVI y XVII Venecia concibió y puso en práctica un innovador sistema defensivo que se distinguía por su avanzado diseño y por las características especiales de las fortificaciones «modernas o bastionadas». Este sistema no solo sirvió para proteger la ciudad lacustre, sino que también representó un modelo admirado y adoptado en toda Europa.

«... decía la verdad el ilustrísimo señor Sforza
Pallavicino, gobernador general de los ejércitos
venecianos, cuando afirmaba que no se podía
encontrar en Europa ninguna construcción que
pudiera en modo alguno igualarse a esta; la cual fue
el último milagro de Michele, pues, apenas finalizó lo
anteriormente descrito, terminó el curso de su vida.»

Vidas, Giorgio Vasari

El Michele del que se habla es Michele Sanmicheli, probablemente el hombre que más huella ha dejado en Europa en el campo de la arquitectura militar. Sanmicheli nació entre 1484 y 1488 y murió en Verona en 1559; durante su vida viajó por toda Europa y especialmente por el Mediterráneo, diseñando y construyendo fortalezas o estudiando las que encontraba por el camino. Las cualidades que el marqués Sforza Pallavicino le reconocía son básicamente las mismas que la UNESCO señala como motivos para inscribir las obras de defensa venecianas de los siglos XVI y XVII en la Lista del Patrimonio Mundial. De hecho, la mitad de las fortalezas (tres de seis) incluidas en el sitio de la UNESCO llevan la firma del arquitecto veronés. El sitio serial transnacional consta de seis estructuras en Italia, Croacia y Montenegro. Entre las italianas –las murallas venecianas de Bérgamo, la fortaleza de Palmanova y la fortaleza de Peschiera del Garda–, solo esta última es obra de Sanmicheli; pero todas, de alguna manera, llevan la marca de la influencia, del estudio y del trabajo de uno de los más grandes ingenieros del Renacimiento.

IMPRESCINDIBLE

«Friul, la ‘marca oriental’, fascinante y para la gran mayoría desconocida, fascinante debido a su aislamiento arcaico (se tiene la impresión, visitándola, de estar más allá de la Gran Muralla), repite acentuándolo el sentimiento general del pueblo véneto: sueña con ser un mundo [...].»

Existe un punto fronterizo exacto para entrar en esa «marca oriental» mencionada por Guido Piovene en Viaggio in Italia: Palmanova. Se tiene una viva impresión de esta tanto cuando te acercas a la ciudad desde lejos, anunciada por las murallas en forma de cuña construidas como refuerzo por Napoleón entre 1806 y 1812, como cuando te encuentras en su centro, punto de fuga de decenas de calles rectilíneas «tan bien dispuestas», como escribe Carlo Goldoni en sus Memorias en 1787, «que los extranjeros vienen a verlas aposta».
Google Maps
Precisamente es en el corazón de la ciudad donde comienza nuestro itinerario circular: desde la
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Piazza Grande, un espacio metafísico protegido y al mismo tiempo abierto al exterior, una especie de punto de fuga de las calles rectilíneas que, como radios, se extienden a partir del eje de una rueda de bicicleta. Vista desde dentro, la plaza es el único elemento que permite entrever la estructura geométrica de esta gran máquina militar. La entera fortaleza, en realidad, es bastante compleja y resulta difícil comprender el diseño de las diferentes obras de defensa. Se trata, de hecho, de una especie de laberinto salpicado de trampas y callejones sin salida, ocultos con ingeniosos juegos de perspectiva. Nos encaminamos por uno de los «radios», Borgo Cividale, hasta llegar a la
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Porta Cividale, donde se encuentra el
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Museo della Grande Guerra e della Fortezza, cuya colección bien merece una visita; además, podremos dar un paseo por el Bastione y la Porta, admirar la vista que se nos ofrece y notar cómo toda la ciudadfortaleza se encuentra en una depresión artificial con respecto al nivel del suelo: otra intuición defensiva. Al salir por la puerta, comenzamos el recorrido de las murallas hacia la izquierda, en sentido contrario a las agujas del reloj. Inicialmente recorremos el fondo del «trincerone», dominado por las grandes murallas de piedra de Istria y por las escarpas de ladrillo. Al llegar a un pequeño laberinto de senderos, nos dirigimos a una de las
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Lunette Napoleoniche, puestos defensivos construidos entre 1806 y 1809. Una vez en la
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Porta Udine toca admirar el fantástico
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Ponte dell’Acquedotto veneziano; tampoco puede faltar una visita al puesto militar de la puerta, con las grandes ruedas que servían para accionar el funcionamiento del antiguo puente levadizo. Continuamos nuestro paseo hacia la
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Porta Aquileia, al sur, desde cuyo terraplén podremos poner a prueba nuestra valía como fotógrafos. Finalmente, regresamos a Porta Cividale y desde allí a nuestro punto de partida.

«Por aquel entonces llegó a Trieste [...] el general
veneciano de Palmanova, que era un patricio de
la familia Rota, [...] me presentó a sus excelencias
venecianas, que parecieron sinceramente
sorprendidas de verme en Trieste.»

Historia de mi vida, Giacomo Casanova

Desde su construcción, en 1593, y durante más de un siglo la fortaleza de Palmanova fue cuidada por la Serenísima como su mejor perro guardián y mirada con recelo por el Imperio Habsburgo, con temor por los señores feudales de Friul y con interés por arquitectos e ingenieros de todo el mundo. Palmanova fue una máquina de guerra, única en su especie, superditada desde su nacimiento a las necesidades de los soldados, que con el paso del tiempo –además de sólida fortaleza– se convirtió también en comunidad. Los provveditori venecianos, altos funcionarios encargados de supervisar los asuntos estratégicos, tenían, por tanto, que tener en cuenta el estado de ánimo de la población residente. No obstante, Palmanova no vio la luz como ciudad-comunidad hasta más tarde, con el establecimiento del Monte di Pietà, en 1666, y el Ospedale dei Poveri, en 1772, hoy Ospedale Civile, uno de los mejores de Friul-Venecia Julia. En 1775, año del encuentro descrito en la biografía de Casanova entre este último y el provveditore Francesco Rota, el Senado acordó reconocer a la comunidad un alto grado de autonomía que, sin embargo, duraría poco. Siguieron luego años de decadencia, tanto civil como militar, de los que nació la ciudad actual.

IMPRESCINDIBLE

«Estar en Bérgamo Alta es como estar en esas ciudades en miniatura que sostienen en sus manos los santos patronos como una hermosa bandeja, y en torno a ella queda un vacío. Así, alrededor de la Città Alta hay un anillo de vacío, que es aire, cielo, y quizá nubes, viento [...].»

Así es como describe Cesare Brandi, en sus Terre d’Italia, Bérgamo Alta. La «hermosa bandeja» de la metáfora es el imponente sistema de bastiones, garitas, cañoneras, polvorines y baluartes que recorren los cerca de 6 km de murallas, erigidas a partir de 1561 por la Serenísima para rodear Bérgamo con un abrazo seguro y disuadir a cualquier asaltante. Más de 250 edificios, entre ellos la muy venerada catedral, fueron demolidos para su construcción, pero ningún ataque ni asedio se atrevió a desafiar el ingenio veneciano, y cuando los franceses entraron en la ciudad en 1797 lo hicieron por las puertas, sin derramamiento de sangre. Las murallas de Bérgamo, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2017, se abren mediante cuatro puertas situadas en los puntos cardinales, coronadas por el León de San Marcos. A menudo pasadas por alto a fin de alcanzar inmediatamente el encanto de la ciudad alta, el paseo a lo largo de su perímetro, disfrutando de unas vistas celestiales de la ciudad baja y los valles que se extienden hacia el norte, es, sin duda, una cita imperdible.
Google Maps
Partiendo desde la
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Porta Sant’Agostino, y procediendo hacia la izquierda por el Viale delle Mura llegamos al
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Baluardo di San Michele, desde el que es posible acceder a la Cannoniera di San Michele. A continuación visitamos un espléndido mirador sobre la Città Bassa y seguimos nuestro camino hacia la
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Porta San Giacomo, monumental, espectacular y objeto de mil fotografías. Dejamos atrás el Palazzo Medolago Albani hasta llegar al
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Spalto di Santa Grata – lugar perfecto para disfrutar de una puesta de sol–, y visitamos luego el
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Baluardo di San Giovanni, con su Cannoniera. El itinerario continúa en la
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Porta Sant’Alessandro, rebautizada Porta Garibaldi en 1907 para conmemorar el ingreso en la ciudad de los «Cacciatori delle Alpi» durante la segunda guerra de Independencia italiana. Luego es el turno del
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Forte San Marco, resultado de grandiosos trabajos destinados a hacer frente a un posible ataque procedente de la colina de San Vigilio. La parte de la muralla que da a la colina era, de hecho, la más castigada y vulnerable del círculo. El fuerte asoma antes de la sorprendente
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Porta San Lorenzo, cuyo recuerdo nos acompañará todo el camino de vuelta hasta Porta Sant’Agostino.

«Hay en medio un lugar al que el trentino
pastor —y el de Verona y el bresciano—
bien puede bendecir, si hace el camino.
Se halla Peschiera, bello y fuerte arnés
contra bresciana y bergamasca gente,
a la ribera baja muy cercano.
El caudal que el Benago no consiente
en su seno, conviértese allí en río
que entre pastos desliza su corriente.
Tan pronto como el agua cobra brío,
con el nombre de Mencio es designada
hasta Governo, donde su albedrío rinde al Po.»

Infierno, XX, La Divina Comedia, Dante Alighieri

La posición estratégica de Peschiera del Garda, situada entre Venecia y los territorios occidentales más allá del río Mincio, y su papel como nexo fundamental no fue un descubrimiento de los venecianos: de hecho, ya estaba clara desde hacía tiempo, como demuestran las palabras de Dante, casi doscientos años más antiguas. Siguiendo con la poesía, el lugar también es estratégico para la naturaleza y sus ciclos: en su Carmina, Catulo considera que las anguilas que se agrupan cada año en Peschiera atraídas por su innato sentido del mar (que encuentran buscando el Mincio, emisario del lago de Garda y afluente del Po) son los regalos que Benaco hace a su amada Ichtya. Volviendo a los venecianos, la fortaleza que construyeron en Peschiera se caracterizaba por una planta pentagonal –única en el contexto lacustre– y por una estructura fortificada que originalmente abarcaba todo el emplazamiento y que era tanto terrestre como acuática, incorporando elementos como el Canale di Mezzo, un brazo del Mincio navegable desde la época romana.

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Los sitios italianos Patrimonio de la UNESCO se cuentan a través de las palabras de grandes escritores que han celebrado su historia y belleza

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PARA LOS MÁS JÓVENES

«‘¡REMONTARÉIS EL ADIGE HASTA VALPOLICELLA! DESDE ALLÍ, POR TIERRA, LLEGARÉIS AL LAGO DE GARDA’. [...] Y ASÍ, EL CAPITÁN PAPERIN DE LA VENTURA Y SUS VALIENTES ARMEROS AFRONTAN LA EXTENUANTE HAZAÑA DE REMONTAR EL ADIGIO CON UN GALEÓN DE GUERRA, ¡CARGADO DE PODEROSOS CAÑONES!»
attività per bambini del sito UNESCO nr. 52
Como se cuenta en forma de simpática parodia en una vieja historia publicada en la serie de cómics Topolino, protagonizada por el irascible Paperin de la Ventura, que en esta ocasión asume el papel de un condotiero de la Baja Edad Media, los venecianos, antes incluso de construir la fortaleza que hoy podemos admirar, habían entendido la importancia de controlar el lago de Garda. Habiendo perdido el dominio del sector meridional, conquistado por los Visconti de Milán, los venecianos se embarcaron en una hazaña legendaria para recuperarlo: en 1438 remontaron con sus navíos de guerra los ríos hasta llegar a Rovereto y desde allí, valiéndose de cuerdas, los llevaron hasta el norte del lago y volvieron a navegar hasta controlar toda la masa de agua. Rememorando la gesta de Paperino y los venecianos, «conquistaremos» Peschiera en barco. A no ser que estéis listos para navegar el lago en velero o lancha motora junto a un adulto, hay barcos que conectan numerosas localidades a lo largo de las orillas del lago. Para seguir la travesía que llevaron a cabo las naves venecianas nosotros partiremos de
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Nago-Torbole y navegaremos entre dos hileras ininterrumpidas de montes como si de un fiordo se tratara hasta
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Gardone Riviera, sede del asombroso complejo de Vittoriale, donde el poeta Gabriele d’Annunzio vivió hasta su muerte, y hasta
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Salò, que los venecianos reconquistaron justo durante aquella aventura. Nuestro destino final, sin embargo, son las cabezas de puente viscontee de
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Desenzano, donde podremos visitar un castillo y una villa romana, y sobre todo
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Peschiera del Garda, con su fortaleza completamente rodeada de agua y atravesada por canales. Gracias a esta reconquista, los venecianos pudieron reestructurar y reforzar la fortaleza que hoy admiramos como parte del sitio de la UNESCO. Ya que hemos llegado al sur del lago también merece la pena hacer una parada en
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Sirmione, ciudad de antigua fundación con una rica historia que se remonta a la época romana, como atestigua la villa conocida como Grotte di Catullo, y medieval, como se aprecia contemplando la Rocca Scaligera con su extraordinario puerto amurallado.
sito UNESCO nr. 52 in Italia
RECOMENDACIONES DE LECTURA

Recomendaciones de lectura para moverse entre Bergamo, Peschiera y Palmanova.

  • La Divina Comedia, Dante Alighieri (1314-21). Dante se detiene en el carácter casi extraterritorial del lago de Garda en el canto XX del Infierno, donde relata las desventuras de adivinos y encantadores en el octavo círculo (Malebolge).
  • Vidas de los mas excelentes pintores escultores y arquitectos, Giorgio Vasari (1550). Colección de biografías de los artistas italianos del Renacimiento, en la que también se incluye a Giotto y Cimabue, considerados precursores. Es un libro de historia del arte, pero también un testimonio de la cultura intelectual del Cinquecento.
  • Historia de mi vida, Giacomo Casanova (1825). La historia de la vida de Casanova no es únicamente aquello que su fama puede hacer pensar, sino –y sobre todo– el relato de la existencia de un viajero incansable que recorrió toda Europa.
  • Los novios, Alessandro Manzoni (1827). Bérgamo y el Bergamasco bajo dominio veneciano son uno de los escenarios recurrentes de Los novios. El Bergamasco se convierte en escenario directo de la novela a partir del capítulo XVII, cuando Renzo, buscado por la justicia, se refugia en el Estado veneciano donde es acogido por Bortolo. Este le explicará algunos mecanismos de la política económica de la ciudad de Bérgamo y de la República de Venecia.
  • Memorias, Carlo Goldoni (1787). Escrita en francés en 1787 y traducida al italiano en 1888, la vida de Carlo Goldoni, importante comediógrafo veneciano del siglo XVIII, fue aventurera y llena de enredos. Los recuerdos recogidos en la primera parte del libro, además de relatar la vida del artista, trazan un perfil bastante completo del mundo settecentesco, desde los modos de vida hasta los medios de transporte. La segunda parte, en cambio, es una colección de los prefacios de las comedias.
  • Viaggio in Italia, Guido Piovene (1957). Tras recorrer el Bel Paese durante tres años, Piovene escribió este reportaje único y superdetallado, considerado un clásico de la literatura de viajes italiana. De los Alpes a Sicilia, pasando también por la Llanura Padana, la mirada del autor es una invitación al descubrimiento de nuestras maravillas.
  • Terre d’Italia, Cesare Brandi (1991). Viaje a lo largo de la península con una mirada especialmente sensible al valor artístico y arquitectónico de los lugares. El historiador del arte dedica a Bérgamo un breve capítulo que revela la gracia única de las dos ciudades: la alta y la baja.

Para los más jóvenes:

  • Paperin de la Ventura (Topolino n. 1429, 17 de abril de 1983). En el año 1439, en el escenario del lago de Garda, Paperino lleva a cabo la hazaña de la Serenísima República como «Paperin de la Ventura», al frente de un valiente grupo de soldados que remonta el Adigio a bordo de un galeón de guerra. La misión consiste en llevar la nave hasta el lago, a fin de socorrer a la aliada Brescia de los propósitos expansionistas de los Visconti.
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